viernes, 3 de septiembre de 2010

ALIMENTACIÓN Y EMOCIONES‏

ALIMENTACION Y EMOCIONES

“En cada parte del universo se contiene toda la información presente en el Cosmos” David Bohm (físico)

“Sin la comprensión del orden del universo, nadie podrá tener salud, libertad y felicidad”

Michi Kushi (médico y filósofo oriental)

LOS ALIMENTOS Y LAS EMOCIONES

¿Cómo te has sentido con unas cuantas copas? seguro que más desinhibid*; y ¿cuándo tienes mucha hambre?, posiblemente morderías a cualquiera; y ¿si te quitan el café del desayuno?, a lo mejor te tachan de “seta” por no dar ni los buenos días; ¿te acuerdas de lo deprimida que estabas cuando tomabas la píldora?, ¿y la irritabilidad los días antes de la regla?

Nuestro cerebro es muy sensible a la presencia o ausencia en la sangre que lo nutre de ciertas sustancias: alcohol, cafeína, la falta de glucosa o los estrógenos. Las neuronas son las células de nuestro cuerpo más exigentes y más “gastadoras”, para trabajar correctamente necesitan glucosa, oxígeno, vitaminas, minerales y aminoácidos, y no toleran las porquerías (los tóxicos y las toxinas).
Nuestras respuestas emocionales residen en la amígdala del sistema límbico situado en la zona central del cerebro que rodea el tallo encefálico. Cuando estamos atrapad*s por el deseo o la rabia, cuando el amor nos enloquece o el miedo nos hace retroceder, nos hallamos en realidad bajo la influencia del sistema límbico. Las personas con lesiones en la amígdala tienen alteradas las emociones o carecen de ellas. Aunque normalmente controlamos con la mente la salida de los estados emocionales, en ocasiones las respuestas emotivas son tan rápidas que nuestro cerebro pensante (el neocórtex) no tiene tiempo de actuar.
Tanto nuestro sistema límbico como nuestro neocórtex están compuestos de millones de células que son alimentadas por la sangre. La calidad de la sangre depende de la alimentación y del funcionamiento de los sistemas de asimilación, transporte y eliminación. Por lo tanto el equilibrio emocional depende entre otros factores del equilibrio alimenticio. Por ejemplo, algunos aminoácidos procedentes de las proteínas dan lugar a neurotransmisores (agentes de la comunicación entre las neuronas); otros a neuropéptidos, que modulan estos intercambios de información; sin cinc carecemos de olfato; el desequilibrio de ácidos grasos perturba la visión; sin glucosa no hay energía; sin sodio no hay transmisión nerviosa.
Es curioso ver cómo cambia el carácter cuando se cambia de dieta. Hace mucho más una buena dieta que algunos tratamientos psicológicos; en todo caso son dos herramientas que se apoyan mutuamente. No hay que olvidar que somos un todo y que tratar por un lado el cuerpo y por el otro las emociones no puede dar buenos resultados.

En la medicina oriental, los aspectos físico, emotivo y mental son inseparables. Las 5 emociones principales, miedo, ira, alegría, compasión y aflicción están ligadas a la energía de los 5 elementos, agua, madera, fuego, tierra y metal. Cada emoción corresponde a la más característica del ser humano en las diferentes etapas de su desarrollo: el miedo al nacer, la ira o fuerza vital del bebé, la alegría y el adolescente, la acción decidida y compasión del adulto y la desposesión y aflicción del anciano.

LOS 5 ELEMENTOS Y LAS EMOCIONES
El miedo sano es la conciencia de nuestras propias limitaciones de habilidad, fuerza, circunstancias, etc., está relacionado con el valor y la voluntad y nos permite reconocer el peligro, y de cara a éste reaccionar apropiadamente. Está relacionado con el elemento agua. Las deficiencias de energía de los riñones y la vejiga llevarán a la temeridad o a la timidez excesiva. El miedo contrarresta la alegría y es contrarrestado por la compasión y genera ira.

Mucha sal en la dieta, muchas proteínas o complementos minerales en exceso pueden bloquear la energía renal y acentuar el sentimiento de miedo o estimularlo demasiado produciendo temeridad (excesiva valentía).

La ira, representa el instinto natural de llegar a ser algo, de vivir, de desarrollarse combatiendolas limitaciones ambientales de la misma forma que una planta se impulsa a sí misma a brotar a través de la tierra hacia la luz, o que un polluelo rompe el cascarón. Sólo un crecimiento y desarrollo individual adecuados pueden engendrar la firmeza y la confianza en un* mism* que unidas constituyen la alegría. La ira es contrarrestada por la aflicción y contrarresta a la compasión. El elemento asociado a la ira es la madera.
El hígado se encarga de la eliminación de tóxicos. Una alimentación cargada de tóxicos. Una alimentación cargada de tóxicos, alimentos fritos, grasas, exceso de alimentos, etc., produce irritabilidad e intolerancia que se manifiestan con gritos, excitación y nerviosismo. A veces estos nervios son internos y crean estados de ansiedad que se manifiestan con malas digestiones y a veces con úlceras.

La alegría de vivir depende del elemento fuego. Una sobrecarga en las energías del corazón, intestino delgado, triple calentador y circulación, se manifestará en forma de euforia con ciertas manifestaciones de histeria, con risas y palabras demasiado efusivas y a destiempo. Mientras que una falta de energía produce tristeza (falta de alegría), ansiedad y dificultad para hablar. En el ciclo generativo la alegría es la madre de la compasión y en el ciclo de control es contrarrestada por el miedo.
Los alimentos que alteran la circulación de la sangre influyen en esta emoción. Carnes rojas, huevos, lácteos, grasas y sal bloquean el sistema cardiovascular, el corazón trabaja en exceso y nos puede llevar a la arrogancia. El exceso de alimentos expansivos como frutas, drogas, alcohol, excitantes y vitaminas de síntesis debilitan los órganos del elemento fuego y nos puede llevar a una sobreexcitación que alteraría con estados de tristeza.

La compasión o sentimiento de “incluir el ambiente como parte de un* mism* o aceptar al extraño y hacerlo cosa propia, la perspicacia y la comprensión del saber hacer lo propio en cada momento, de actuar con decisión, o del estómago conduce a la duda y a la desconfianza o a demasiada perspicacia y desconfianza. La compasión contrarresta el miedo, es contrarrestada por la ira y engendra aflicción.

Los alimentos que hagan fructuar bruscamente el nivel de glucosa en la sangre como el azúcar o los dulces nos pueden acentuar la duda y a preocuparnos demasiado. Demasiada bollería, alimentos muy concentrados, y los que aumentan la acidez estomacal, pueden paralizar nuestra acción.

La aflicción o pesar, emoción positiva que sentimos en la separación está ligada con el elemento metal. Con un equilibrio adecuado esta emoción nos permite “soltarnos” a tiempo y aceptar los desprendimientos. Su manifestación es el llanto. El bloqueo de residuos en el intestino grueso puede llevar a la resistencia a experimentar una pérdida, mientras que la falta de energía en el elemento metal lleva a la disminución de la capacidad de análisis, y con ella a la peor de las depresiones, la de los suicidas (total desapego de un* mism*). La aflicción es contrarrestada con la alegría y contrarresta la ira.
La falta de alimentos vegetales, la falta de fibra y exceso de productos animales, dificultan la labores de eliminación intestinal y nos pueden producir demasiado apego a las cosas o a las situaciones. El exceso de alimentos expansivos como los dulces o demasiados alimentos crudos debilitan este elemento y pueden llevarnos al abatimiento.


Extracto del libro “El equilibro a través de la alimentación” Sentido común, ciencia y filosofía oriental. Olga Cuevas. 1999