sábado, 3 de julio de 2010

LA CUNA DE LA RELIGIÓN

Rebosa mi Corazón.
LA CUNA DE LA RELIGIÓN (I) .(Carta de la Sra. Heindel a los estudiantes, de 1 de agosto de 1930) .Al  mirar hacia atrás la historia del hombre y del universo, nos  esforzamos por formarnos un cuadro imaginativo del comienzo de la religión, tal como nos lo refiere la iglesia ortodoxa basándose en el libro del Génesis. La mente poco evolucionada se imagina a un hombre fornido, que se sienta sobre un trono, y crea los cielos y la tierra y todo lo que en ella se encuentra, en siete días. Y, después de haber hecho al hombre a su semejanza, lo pone en un hermoso jardín entre las más bellas frutas y flores: "Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: De todo árbol del huerto comerás, mas del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, no comerás." (Génesis 2: 16-17). Después de haber dado Dios este mandamiento a Adán, le creó, como compañera, una mujer. Más tarde,el Espíritu tentó a la mujer para que comiera de la fruta que Dios había prohibido y ella, entonces, tentó a su consorte, el cual también comió. Esta historia se ha traducido y enseñado de manera literal y ha legado a perturbar la fe de múltiples presuntos cristianos. Imaginémonos una mujer de nuestro tiempo en iguales circunstancias. ¿Qué haría ella si se le prohibiera comer de determinada fruta del jardín? ¿Verdad que la desearía mucho más que la fruta que se le ofrecía gratuitamente? Pues, debido en parte a esta afirmación del Antiguo Testamento, la mujer, durante siglos, ha sido sometida a la autoridad del hombre. Sin embargo, a medida que evolucionan la intelectualidad del hombre y sus facultades de raciocinio,rehusa aceptar esa interpretación y empieza a buscar la verdad. ¡Y qué maravillosos son los misterios que descubre quien verdaderamente busca las cosas ocultas de Dios! Encuentra que el Jardín del Edén es un lugar santo; que existe, hoy como siempre, un reino grande y natural, la región Etérica, donde los hombres andaban y hablaban con Dios, donde vivía el hombre-dios, el espíritu verdadero que se manifestó en la Época Lemúrica. Allí los humanos se comunicaban con los ángeles. Entonces era el hombre puro y santo. No conocía el pecado. Y los cielos, para él, estaban abiertos. Pero había sido hecho a imagen y semejanza de Dios y, para que fuera semejante al Padre, era necesario que alcanzara gran sabiduría, el conocimiento y la comprensión de su origen. Por tanto, hubo de manifestarse en un cuerpo compuesto de la sustancia de la tierra, la que tenía que aprender a vencer.El hombre terrenal fue sombreado por el espíritu hasta que el cuerpo físico alcanzó tal desarrollo que el hombre espiritual pudo emplearlo para actuar en él. Entonces se convirtió el hombre en alma viviente. En esa etapa, la Caída del hombre, cuando el espíritu y el cuerpo animal se encontraron, empezó el conflicto por la supremacía. Ahora domina, a veces, el hombre animal y otras veces es más fuerte el hombre espiritual. Esta lucha ha ocasionado el desarrollo del alma, pues sólo por virtud del conflicto, el dolor y el sufrimiento, puede lograrse el desarrollo espiritual. Durante esta lucha, el cuerpo va purificándose y perfeccionándose de modo paulatino. El Jardín del Edén fue un estado en el que el hombre vivía consciente de los mundos celestiales.Pero, a medida que se introducía en la existencia material, iba quedando de aquel estado celestial sólo un vago recuerdo. Éste, sin embargo, esto tuvo que manifestarse en la acción. Y, cuando se expresaba, lo hacía en forma de religión. En su gran anhelo por recordar aquel lejano hogar espiritual,formuló un método de adoración. Los esfuerzos del hombre primitivo por dar expresión a su fe y a su anhelo de aquella Deidad que aún podía sentir aunque no ver, fueron el origen del simbolismo y de las ceremonias mediante las cuales lograba suscitar sus emociones. Durante aquellos tiempos de emoción, lograba, de vez en cuando, comunicarse con los reinos superiores, que ya se le habían cerrado. Y así, la religión se convirtió en un medio por el que recordar y darse cuenta de su divina esencia. Sin embargo, la religión tuvo su verdadero principio en el despertar de la facultad del raciocinio en el hombre. El hombre primitivo tuvo necesidad de la presencia de Dios en una gran variedad de formas. Y se manifestaba en las que mejor se acomodaban a la inteligencia del adorador. El hombre lo veía, a menudo, en el relámpago y creía que, de esta manera, demostraba su enojo, vomitando fuego sobre la tierra. Oía su potente voz en el rugido del trueno. También se manifestaba Dios en las estrellas.El indio americano adoraba y oraba a su Dios poniéndose de pie en la cúspide de una colina y tomando al sol como símbolo del Ser Supremo. Conceptuaba el fuego como señal de gran poder, como cosa misteriosa que había que temer y adorar. Para el salvaje, era el símbolo de la Deidad. Sus bailes espirituales se efectuaban alrededor del fuego Podía despertar en él, con mayor facilidad, la imagen de la Deidad, por medio de los excitantes bailes de fuego y de serpientes. El Jardín del Edén, el mundo espiritual abríase para él merced a sus emociones, que despertaba mediante inauditos esfuerzos. Al investigar sobre el origen de las diversas religiones del mundo, vemos que sus semillas se plantaron por mensajeros espirituales. Hemos visto un caso semejante registrado en la Biblia cuando el hombre, por su depravación e idolatría, había degenerado de tal manera, que se hizo de imperiosa necesidad la venida de un redentor. Moisés fue el escogido por el Señor para cumplir esa misión. Su vida fue planeada previamente. Una princesa lo adoptó, lo educó como hijo adoptivo del faraón y lo preparó para ser un caudillo. Durante su visita al sacerdote Jetro,  en Madián, llegó a sentir vivo interés por los Misterios del Templo Al pie del monte Sinaí recibió una revelación divina y Dios se le apareció en una zarza ardiente. Después, se convirtió en libertador de su pueblo, el judío. Antes de granjearse la confianza y la lealtad de este pueblo singular, tuvo que efectuar muchos ritos extraños. Gracias al desarrollo de su sexto sentido, fue capaz de comunicarse directamente con los caudillos de lo alto, que le daban instrucciones y, mediante su direción,pudo hacer grandes señales y maravillas.LA CUNA DE LA RELIGIÓN.(II).(Carta de la Sra. Heindel a los estudiantes, de 1 de agosto de 1930). Los dioses, en los días de antaño, podían trabajar libremente con la humanidad por medio de los Espíritus de Raza, que dominaban al pueblo. Muy especialmente, así fue en el caso de los israelitas, debido a su costumbre de casarse siempre dentro de la propia raza, pues consideraban como un pecado muy grave el mezclar su sangre con la de otros pueblos. Esto creó, como consecuencia natural, una aversión contra los gentiles, que aún hoy día se hace sentir entre muchos judíos. Los patriarcas hebreos de aquel entonces eran capaces de entrar en comunicación con los dioses, porque su espíritu gregario los mantenía en relación con la Región Etérica. Así, Moisés y su hermano Aarón lograron reinar sobre este raro pueblo que había sobrepasado la conciencia de las masas. Sus antepasados fueron los Semitas Originales de la Atlántida porque una minoría de ellos fueron leales a sus caudillos espirituales pegándose tercamente a su raza y tribu, y así fue cómo se les empleó por los Señores del Destino como progenitores de la presente raza aria. Moisés, el hijo adoptivo del rey de Egipto, leal a su propia raza y sangre, mató a un oficial egipcio que encontró maltratando a una esclava judía y, debido a este acto, tuvo que huir al desierto. El "huir al desierto" es símbolo de una de las supremas pruebas que deben pasar los candidatos a la Iniciación, en alguna ocasión, a lo largo del Sendero. Estas pruebas o exámenes no son siempre de igual naturaleza, pues difieren según  temperamento y el carácter de la persona probada. Moisés fue preparado para la Iniciación gracias a su relación con los escogidos de Egipto.Su madre adoptiva, la hija del faraón, era sacerdotisa de Hator y, como es natural, su hijo adoptivo, cuya educación fue dirigida por ella durante más de cuarenta años, de conformidad con la ley egipcia, fue Iniciado de la misma Orden. Moisés, antes de romper su relacióncon los egipcios, fue sacerdote en Heliópolis, a fin de convertirse en salvador de los hebreos. Él fue el fundador de la primera iglesia pues, en verdad, el Tabernáculo del Desierto fue el primer esfuerzo por unir a la humanidad en una comunidad para la adoración de Dios. Moisés hizo de esta adoración una ceremonia pública. Antes de él, los sacerdotes adoraban en secreto y los ricos que podían mantener el gasto, empleaban los servicios de un sacerdote, que se alquilaba para salvar las almas de aquella familia únicamente. Los pobres, que no podían pagar estos privilegios, eran abandonados para que flotaran dondequiera que la marea llevase su embarcación espiritual. Naturalmente, la idolatría abundaba entre los egipcios de antaño. Moisés pasó por grandes dificultades después de guiar a los israelitas a la Tierra de Promisión, al cuidar de que no se dedicaran a la adoración de ídolos, puesto que siempre estaban dispuestos a renegar de su Señor y regresar a las prácticas idolátricas. A fin de apartarlos de estas tendencias, resultó necesario someterlos a una ley muy rigurosa y, bajo la direción de las Jerarquías Divinas, se estableció un sistema de ritos y ceremonias que, cual una cerca, les brindaba protección y nunca dejaría de ser fuente de continuo progreso. El gobierno entero y sus leyes fueron establecidos para que rigieran de acuerdo con la iglesia. Había una ley moral y una ley ceremonial. Ésta se guardaba escrupulosamente y tenía por fin conservar la verdadera religión. Esa religión se fundó con el propósito de preparar el cambio hacia el Evangelio de Cristo, el Gran Maestro pues, ¿no nos dijo Pablo que el Tabernáculo era la sombra de las buenas cosas por venir? Los profetas imprimieron en las mentes del pueblo el hecho de que tenían que prepararse para la liberación y esperar en el futuro la gran salvación, y que ese estado feliz les sería proporcionado a los judíos por un liberador, un Mesías, el Ungido, cuyo advenimiento sería como el de un gran rey, un gobernador que vestiría regias túnicas y vendría a la cabeza de un enorme ejército de guerreros que derrotaría completamente al enemigo. El ideal de un reino temporal y terrenal estimulaba la imaginación de este pueblo. Se esperaba que el Mesías elevara a la nación judía a la gloria material.Su advenimiento fue pronosticado en fecha temprana Los acontecimientos relacionados con Moisés acontecieron, según la crónica, hacia el año 600 antes de Cristo. Este pueblo no podía creer en un Redentor Espiritual, un Salvador de almas. Los israelitas solían dividir la historia del mundo en dos grandes épocas: La primera abarcaba desde el principio del tiempo hasta el advenimiento del Mesías e incluía el período en el que vivían a la sazón. La segunda época, que ellos esperaban, sería una edad en que la rectitud y la paz reinarían triunfantes. CUNA DE LA RELIGIÓN Y (III) .(Carta de la Sra. Heindel a los estudiantes, de 1 de agosto de 1930) .El tiempo de Moisés, cuando los israelitas fueron unificados, es considerado como el período creador en la historia de la religión occidental. Fue éste el fundamento de una época religiosa nueva y, después,grandes profetas aparecieron en el mundo, dando a este tiempo mayor distinción y edificando sobre las formas mosaicas de la religión. Bien pudiéramos decir que ayudaron a construir la carne alrededor de los huesos o esqueleto, que fueron, en verdad, formados por Moisés y sus seguidores inmediatos. Moisés no fue el primero que dio a conocer la religión del Dios Jehová, pero edificó en derredor de ese Dios una nueva fórmula de adoración. Se construyó un santuario primitivo, que Jehová usaba como trono, y los diez mandamientos constituyeron el fundamento sobre el cual descansó la instrucción religiosa de aquel Dios. Para los israelitas, Jehová era un Dios viviente, belicoso y vengativo, que todos hacían bien en temer. Esta raza pueril, un pueblo primitivo que era cual niño en sus creencias y comprensión de los asuntos superiores, no poseía una historia escrita de la religión. No tenía Biblia, tal como la que hoy tenemos, pero recibía instrucciones por vía de la palabra hablada. La religión se les enseñaba por inspirados sacerdotes y profetas, por medio de canciones, salmos, antiguas inscripciones encontradas en las losas, etc. La historia de la creación se completó con fragmentos, un hilo de aquí y otro de allá que, paulatinamente, fueron entrelazados para formar la historia de la creación, tal como se da en el Génesis. Parece que Abraham y sus descendientes fueron destinados a hacer una colección de verdades espirituales. Isaac y Jacob merecen especial honor por la loable labor que realizaron en el establecimiento de la religión aria. Este conocimiento religioso se impartió a sus descendientes mas, debido a la apostasía y a las prácticas idolátricas, la fe en un solo Dios había casi desaparecido cuando Moisés empezó a reunir los fragmentos de estas antiguas verdades. Mandó edificar un santuario material para darle morada, pues sólo lo que los ojos podían ver y las manos tocar, alcanzaba a hacer impresión duradera en la mente infantil de aquella primitiva raza. La mayoría de los hebreos no creían en un Dios. Sus dioses les eran conocidos únicamente por medio de sus ídolos, de los que había muchos y de varias índoles. La Biblia registra el hecho de que Aarón hizo un altar y puso sobre él un becerro de oro, que fue objeto de adoración por parte de los hebreos, mientras su caudillo, Moisés, recibía la Ley en comunión con el Dios de la raza, Jehová, en el Monte Sinaí. Sin embargo, éste era el pueblo escogido, destinado a ser el portador de la nueva religión, la religión del cordero, Aries. Se les destinó a ser la raza-raíz de la Época Aria, pero la religión antigua, la del becerro, del toro, de Tauro, de vez en cuando surgía, entre los más rezagados de este pueblo de antaño. Cada vez que el sol, por precesión, entra en un nuevo signo del zodíaco, lo que tiene lugar, aproximadamente, cada 2.065 años, una raza-raíz se escoge para introducir una nueva forma de religión; pero estos períodos se solapan y los pueblos, así como las formas de religión, mudan de manera paulatina, como bien nos damos cuenta al leer el Antiguo Testamento. Cuando el mundo empezaba a prepararse para la época de Piscis, profetizó Isaías ese cambio, más de seiscientos años antes de Cristo y, ya en aquel tiempo tan temprano, predijo el advenimiento de la Virgen y del Niño, el ideal religioso de la nueva época que habría de venir. Profetizó respecto del nuevo Mesías que reinaría por siempre jamás: Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y harále entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oyeren sus oídos, sino que juzgará con justicia a los pobres y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad, ceñidor de sus riñones. Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará, el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos y un niño los pastoreará."La Biblia, las enseñanzas de cuyos cinco primero libros se atribuye a Moisés, fue ampliada, de vez en cuando, por los profetas, que iban agregando los conocimientos que iban recibiendo de fuente ivina por medio de la Iniciación. En aquel entonces, la mente del hombre estaba más propicia, más cercana al reino espiritual, que ahora, y más capaz, por tanto, de entrar en relación con los Maestros Divinos. Por eso el Antiguo Testamento nos habla de tantos profetas, sinceros y fervorosos, que recibían dirección de lo alto. Estos profetas, se nota fácilmente, se mencionan menos a medida que se acerca el fin del Antiguo Testamento. Gradualmente, se añadieron libros y la Biblia se ampliaba cuando estos inspirados profetas aparecían para preparar el advenimiento del Señor, aquel Señor Jesucristo que habría de ser el pilar verdadero de la religión de la venidera Época de Piscis.  Virgen y su Niño representan el sigo opuesto a Piscis, es decir, Virgo; y, durante el período de la religión pisceana, el ideal de la maternidad habría de ser elevado y reverenciado. Así pues, durante todo este período pisceano, observamos que la mujer es la verdadera inspiración y potencia de la iglesia. Podemos, pues, notar un diseño religioso que pasa por el entero sistema de religiones,  por virtud del cual, la preparación de una nueva religión se incluye en la antigua, preparando y acomodando la vieja religión a la nueva, a fin de que se adapte a los cambios que se efectúen en el cosmos. Con los grandes cambios mundiales, ocasionados por la peregrinación precesional del sol al pasar de un signo a otro, tienen lugar transformaciones importantísimas en la propensión mental de la gente, que requieren, naturalmente, una variación paralela en la forma de adoración. El astrólogo describe el temperamento de los diversos tipos de individuos que nacen bajo la influencia de los diferentes signos del zodíaco, describiendo al tauriano, por ejemplo, como una persona estólida, terca, malhumorada, pero muy amante de la familia. La gente que vivió durante la última parte de la época Atlante fue gobernada por el signo de Tauro, cuando imperaba la adoración del toro y del becerro. Luego, vino el signo del cordero, Aries, y encontramos a los agresivos y bélicos arios, gobernados por Marte. Fueron los semitas originales que, por medio de la guerra y el derramamiento de sangre, lucharon por la libertad. El ario es siempre caudillo, nunca un simple seguidor, y así encontramos que la paternidad de la religión occidental puede atribuirse al antiguo pueblo ario. Y veremos dos tipos distintos de hombres, representando las influencias de los dos signos, Tauro y Aries, tipos que aparecen a lo largo de todo el Antiguo Testamento.En él podemos, en verdad, seguir el sendero evolutivo de la religión y ver cómo todo se entrelaza con las influencias astrológicas ocasionadas por el paso del sol, por precesión, a través de estos dos signos. Podemos observar las mentes y las vidas, así como las leyes y la religión, cambiando y amoldándose, de conformidad con el temperamento del signo que domine en cada período concreto.Durante la Época Aria, los seguidores de Moisés, y también los caudillos espirituales que ayudaron en la formación de la religión posterior, comprobaron que era sumamente difícil hacer que la gente siguiera bajo su dirección, pues parecía que siempre andaba en busca de otros dioses y caudillos. Mas, un cambio radical se observa después de que el sol, por precesión, entró en el orbe del negativo y acuoso signo de Piscis. No fue hasta el primer siglo después de Cristo, menos de cien años antes de que fueran aceptados oficialmente los recopilados libros del Antiguo Testamento y que la Biblia Judía aumentada fuera aceptada pro la iglesia hebrea, que el historiador Josefo (38 a 100 después de Cristo) ocupó algunos años estudiando con los esenios en el desierto. Después, cuando se adhirió a los fariseos, hizo una colección de historias hebreas, que más tarde tradujo al griego. Esta historia ha sido usada en el canon. La recopilación de libros que forman el Antiguo Testamento y que fueron aceptados por la iglesia cristiana, no constituyen todos los libros sagrados. Lo cierto es que esta colección del Antiguo Testamento no está del todo completa, pues se han excluido buen número de valiosas profecías. Algunos de los escritos más inspirados se encuentran entre los libros apócrifos que las iglesias protestantes desdeñan. Estos escritos apócrifos se encuentran pletóricos de hermosas y útiles verdades espirituales. Mucha historia valiosa, por ejemplo, está escrita en los Macabeos, historia que llena un vacío entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. No obstante, algunas iglesias aún amenazan a sus fieles con el pensamiento de temor: "Dude usted cualquier cosa de la Biblia y se condenará, porque la Biblia es la palabra de Dios." Además, reclaman que la Biblia es la palabra literal de Dios y que es infalible. Esto ha tenido como consecuencia directa el que muchos sinceros y devotos estudiantes se decepcionasen y se sintiesen instados a repudiar las enseñanzas de su iglesia, quedando así enemistados con la Biblia. Mas si, por ventura, se les hubiera enseñado que aceptasen la Biblia como una historia preciosísima del hombre, escrita por profetas santos e inspirados y conteniendo múltiples verdades esotéricas de alto valor, no cabe duda de que la hubieran aceptado con mayor beneplácito. Si la Biblia se lee con estos pensamientos in mente, proporciona al buscador el ánimo y el ímpetu para buscar esas joyas de verdad que se ocultan en las páginas de este inspirado libro. Tomemos, por ejemplo, la parte desechada de la historia de los judíos, el apócrifo libro segundo de Esdras, que nos brinda algunas profecías veladas, cuya luz no han comprendido nuestros exégetas modernos. Estudiemos dichos sabios del Eclesiástico, especialmente el útil capítulo segundo, y recibiremos, tal vez, tanto auxilio y consuelo como nos suministran los escritos de Pablo n el capítulo doce de su Epístola a los Romanos.